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Historia Angela peralta



Te presentamos la historia del rescate de este recinto, inaugurado en 1874 (con el nombre de Teatro Rubio), en donde, debido a una enfermedad, el “Ruiseñor Mexicano” nunca llegó a cantar.

La primera piedra se puso en 1869, la última en 1992, y en octubre de ese año se inauguró el nuevo Teatro Ángela Peralta con una producción de la ópera Carmen de Bizet. La cantó la compañía de Bellas Artes con artistas invitados salvo el coro infantil, que era local, y el director de orquesta, que fue el maestro mazatleco Enrique Patrón de Rueda.
Ésta fue la segunda reconstrucción y la tercera inauguración del inmueble porque así es el trópico, se enseña con los teatros que pretenden robarle con sus espectáculos cámara a los celajes, ciclones y selvas de su propia y espectacular naturaleza .
Inaugurado por primera vez en 1874 como Teatro Rubio (nombre dado en honor a don Manuel Rubio, su constructor original), esta edicación era entonces una modesta sala popular que pronto cambió de manos y, modicada radicalmente entre 1878 y 1880,  Se reinauguró como la sala “más cómoda y elegante del puerto. Cuando llegó un barco de San Francisco con la compañía de Ángela Peralta a bordo. El “Ruiseñor Mexicano”, como le decían sus adoradores, había programado la “Lucía” como estreno en Mazatlán, pero la diva, que ya venía enferma, murió sin haber cantado una sola nota en el teatro que ahora lleva su nombre
Clausurado como cine en 1964, durante un par de años se siguió usando como taller para las carrozas de la Reina del Carnaval y sus carros alegóricos, y en el carnaval de 1969 se abrió por última vez para ofrecer una función de lo que en tiempos más inocentes se llamó bataclán y después burlesque.

Ya desde entonces bullían la idea de reconstruir el teatro y artistas como Carmen Montejo, Amparo Montes y Nati Mistral lo visitaron.
En 1975, el ciclón Olivia, el más violento que ha padecido Mazatlán, le dio el tiro de gracia al edicio. Levantó el techo, que era de madera, y lo estrelló con tal furia contra el interior mismo del teatro que rompió su balconería de hierro vaciado y dejó hecho pedazos el maderamen del foro. Diez años duró a la intemperie, lo suciente para que la selva de cus en que estaba estancado Mazatlán reconquistara esa parcela. Un gigantesco amate se adueño del foro y creció tanto y tan aprisa que los muros y balcones del teatro parecían de una casa de muñecas.

El presidente municipal de Mazatlán, José Ángel Pescador y su esposa lograron interesar al recién estrenado gobernador Francisco Labastida Ochoa y a su esposa la doctora María Teresa Uriarte, directora de Difusión Cultural del Estado, y a partir de ese momento el proyecto dejó de ser un sueño guajiro de los porteños para convertirse poco a poco en la realidad actual.






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